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El automóvil, un mal innecesario.

julio 23, 2008

 

 

 

Publicamos esta carta al director aparecida en el diario El País recientemente.

El automóvil, un mal innecesario.

JOSÉ ANTONIO PECES AGUADO – Madrid – 21/07/2008

El director general de Tráfico y el ministro de Sanidad nos explican que consumir drogas (entre ellas el alcohol) es la causa de 1.500 muertes al año en accidentes de tráfico.

Me gustaría que también explicaran mínimamente a la opinión pública que se estima que 16.000 muertes anuales se deben al simple hecho de respirar el aire contaminado en nuestras ciudades. Y detrás está fundamentalmente la contaminación atmosférica procedente del escape de los automóviles, los conduzcan beodos o sobrios. Y para estar expuesto basta con el simple hecho de respirar, lo que no es capaz de evitar ni el propio ministro.

Además, me gustaría saber qué está haciendo al respecto como responsable de la salud pública. Me gustaría que, en vez de culpabilizar al conductor por su forma de conducir o si se ha dormido, por el alcohol y las drogas que ha consumido, encausara definitivamente al automóvil como elemento concurrente en todos los accidentes de tráfico y no como un mal necesario del que no se discute.

Un borracho caminando representa cierto peligro para sí, pero casi ninguno para los demás. Un coche conducido por el mejor piloto es una masa de más de 500 kilos que, aun a una velocidad inferior a los límites legales, es capaz de matar no sólo por impacto, sino por los gases que suelta por el tubo de escape.

Los coches son, además, responsables de gran parte de la contaminación acústica (tampoco podemos evitar oír), cuyo impacto en la salud hay profesionales que estiman como más grave que el de la contaminación atmosférica. Y también propician el sedentarismo.

Muchos médicos dicen que si el cigarrillo se inventara hoy, no conseguiría salir al mercado porque no obtendría un permiso sanitario. De inventarse hoy, los coches tampoco lo obtendrían, pero lo que tienen detrás es mucho más poderoso que la industria tabaquera.

Por todo esto, me gustaría oírle decir al ministro: «Si bebes, no conduzcas; si no bebes, tampoco».